Es curioso saber que el sistema
inmunológico de la madre no rechaza al feto considerándolo como un
tejido extraño, si no que este es como si se inactivara, de esta
manera evitando su rechazo.
En la defensa inmunológica contra
tejidos extraños, así sean trasplantes, patógenos o el feto, se
producen quimiocinas, proteínas de señalización celular encargadas
de reclutar en un determinado lugar a varios tipos de células
inmune, entre ellas las T activadas.
La mitad de los genes del feto son
heredados por parte del padre, lo que puede dar lugar a que el feto
sea considerado extraño por el sistema inmunológico de la madre,
como si este por ejemplo se tratase de un órgano trasplantado. Esto
no sucede, los Investigadores de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Nueva York llegaron a la conclusión de que la
generación de un embrión cambia la cobertura del ADN, modificación
epigenética, en las células del estroma de la estructura que
recubre al feto y la placenta, lo que da lugar a la desactivación o
silenciación de los genes de las quimioquinas volviéndola
impermeable a las células inmunes, células T activadas, que llegan
al miometrio. Pero no es tan sencillo ni tan bonito como parece, si
no que la inadecuada regulación de este proceso puede generar
complicaciones en el emabarazo, asó como el parto prematuro, el
aborto espontáneo o la preeclampsia.
Los resultados de su investigación,
además de descubrir el porqué el feto no es rechazado por el
sistema inmunológico de la madre, podrían permitir analizar cómo
sobreviven los tumores y tener diversas implicaciones en enfermedades
autoinmunes, trasplantes de órganos y embarazos.
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