En condiciones normales, el sistema inmunológico reconoce
las moléculas de su propio organismo, las distingue de aquellas que son
extrañas y produce anticuerpos solo contra estas. Por distintos análisis
bioquímicos, se ha comprobado que algunas bacterias, virus y protozoos, como
Plasmodium y Tripanosoma, han desarrollado la estrategia de formar complejos
moleculares (fundamentalmente proteínas) muy similares a las que hay en el
organismo del ser vivo al que van a infectar, para hacerse resistentes al
contraataque del sistema inmune de este.
Este fenómeno se ha denominado mimetismo molecular, y
consiste en que los antígenos foráneos miméticos, al ser muy parecidos a las
moléculas propias, son presentados por las moléculas HLA (moléculas proteicas
del sistema de histocompatibilidad) anómalas a los linfocitos del sistema
inmune, y los receptores de la membrana de estos no son capaces de diferenciarlos.
Como consecuencia, se produce autoinmunidad: las moléculas propias pueden tener
capacidad antigénica (autoantígenos) y los linfocitos no atacarán a los
antígenos miméticos.
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